Quiero un mono mamá.
No se cuántas veces pude decir esta frase cuando era pequeña, la decía cuando era mi cumpleaños, mi santo… siempre decía lo mismo: “quiero un mono, mamá”. Incluso recuerdo haber llegado a pedirle a los reyes magos una cría de oso polar, que no pudieron traerme porque “en invierno los osos duermen y no es bueno despertarles”
No se cuántas veces pude decir esta frase cuando era pequeña, la decía cuando era mi cumpleaños, mi santo… siempre decía lo mismo: “quiero un mono, mamá”. Incluso recuerdo haber llegado a pedirle a los reyes magos una cría de oso polar, que no pudieron traerme porque “en invierno los osos duermen y no es bueno despertarles”
Por suerte, nunca me lo regalaron, ahora
sería uno de los miles de animales exóticos que cada año hay que rescatar, no
sólo de particulares sino también de núcleos zoológicos.
Pero desgraciadamente, no todo el mundo
tiene dos dedos de frente y, cuando nos empeñamos en tener un animal exótico
como mascota, no es difícil conseguirlo. Canarias, aún en el siglo XXI, sigue
siendo una entrada fácil para el tráfico ilegal de animales exóticos a nuestro
país
¿Se han parado alguna vez a pensar que pasa
con estos animales una vez que los “dueños” se cansan de ellos? Los tenemos en
casa como un hijo más, comen en la mesa con nosotros, les ponemos ropitas monas
para que nuestros vecinos lo vean y, de pronto…. “Uy, vaya!!! Qué grande se ha hecho, ya no me apetece jugar con él
porque me puede hacer daño, ya no lo puedo sacar a la calle……. Y ahora , qué
hago con él? “
Pues lo más fácil es hacer una jaula a su
medida y tenerlo ahí el resto de su vida, encerradito hasta que llegue a viejo
y adiós. Algunos tienes suerte y consiguen ser rescatados y terminar sus días
en algún centro de rescate, por lo menos, en compañía de otros de su especie.
El rescate de animales exóticos no es
fácil, por un lado, los centros están saturados y es muy difícil encontrar un
sitio en condiciones que se quiera hacer cargo de ellos y, por otro lado, la
Administración, en vez de facilitar la salida, lo que hace es ponerte tantas
trabas, que muchas veces te dan ganas de tirar la toalla. Les voy a contar la historia de Dauda,
Crisín y Dinde
Los 3 vivían desde hace muchos años en un
antiguo zoo en Tenerife, que al no poder exhibirlos los tenía ocultos al
público y a la vida en general, su única visión del mundo exterior era una tela
metálica verde.
Dauda fue decomisado y llevado al parque
hace más de 20 años. Toda este tiempo estuvo solo, sin compañía, salvo un par
de años que otro Zoo de la isla se lo llevó para que hiciera compañía a un
primate en edad avanzada. Cuando éste murió, como ya Dauda no “servía para
nada”, lo devolvieron nuevamente al parque. Dauda es un macaco (macaca
fascicularis), dulce, cariñoso, que necesita compañía. La mirada de Dauda desde
que regresó a su cárcel particular estaba perdida, sólo quería que le dieras la
mano y sentir el calor de otro primate
Dinde y Crispín ya nacieron entre rejas.
Son hijos de totas (Chlorocebus aethiops sabeus) decomisados.
A Crispín lo rechazó su madre nada más
nacer y lo alimentaron con biberones, hasta que se hizo adulto y se le encerró
en una jaula pequeña, sin luz natural, sin posibilidad de hacerle ningún tipo
de enriquecimiento. Así estuvo 10 años de su vida. Cuando te veía, te daba su
manita para que le pudieras acicalar, también él te cogía el brazo para poder
hacértelo.
A Dinde la separaron de sus padres y la
metieron con otros 3 totas, en una instalación húmeda, sin luz natural. Durante
5 años, sus 3 compañeros la atacaban, no la dejaban comer…. Así que decidieron
encerrarla en otra jaula, sola, la única vista que tenía del exterior era un
muro de cemento. 4 años estuvo así, una vez al día le “echaban” de comer y ya
está. Dinde tenía miedo de todo y de todos, cada vez que veía a su cuidador se
escondía muerta de miedo. Poco a poco y con mucha paciencia, nos hicimos buenas
amigas.
Dauda, Dinde y Crispín han tenido suerte.
Este año han sido rescatados, se han ido los 3 para Asturias. Dauda y Crispín
están juntos en la misma instalación, entre ellos es todo armonía. Les encantan
las legumbres y la pasta. La fruta les apasionan, se pasan el día jugando en un
ciruelo que hay dentro de la instalación. Dinde está con Galindo, un macho de su
misma especie. Al principio le costó adaptarse a su nuevo compañero, pero ahora
está encantada con él y se pasan el día acicalándose.
Cuando los dejé en el aeropuerto, Dauda
sacó su manita por fuera del transportín y agarró fuertemente mi mano. Quiero
pensar que me estaba agradeciendo lo que había hecho por ellos.
Silvia Rivera
Silvia Rivera
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