RELATO TRAS PRIMER CONTACTO CON EL BUCEO

 
Sábado 1 de diciembre de 2012

Desde la asociación EcoOcéanos llevamos desde el año 2009 trabajando en el impulso para proteger pequeñas áreas marinas para su conservación. Uno de los programas de este proyecto es dar a conocer la protección a la ciudadanía limítrofe de éstas áreas. Para ello en el caso de Montaña Amarilla, ubicado entre los municipios de San Miguel y Arona, se le da la oportunidad de hacer un bautizo submarino a adolescentes de 16 años, después de conocer in situ el espacio protegido.
 
 

 Desde EcoOcéanos tenemos claro que para que algo se valore, en este caso la protección de la costa, primero hay que vivirla en primera persona y nada mejor que la experiencia de respirar bajo el agua y nadar cerca de la vida que hay en ella.
Exponemos a continuación la experiencia vivida en primera persona de una alumna del IES Las Galletas:
 
 
“Hola, soy Beatriz Carmona bueno y me gustaría explicarles  mi experiencia personal en el bautizo. 
Al principio, y con esto me refiero cuando subimos al barco, estaba muy tranquila ya que tenía en mente algo muy distinto a lo que me encontré, pero he de decir que fue algo maravilloso.
El paseo en barco fue tranquilizador, ademas de una excelente vista debido a que nunca antes había visto el muelle de las galletas desde ese ángulo. Al llegar a montaña Amarilla quise ser la primera pero no me ofrecí voluntaria porque quería escuchar la opinión de mis compañeros, puesto que supuse que sabrían apreciar la delicada belleza que alberga el hacer submarinismo. Pero me equivoqué y sus respuestas me llevaron a pensar dos cosas, o yo misma había creado una idea equívoca de la inmersión o mis compañeros no estaban lo suficiente emocionados y por tanto no valoraron lo que habían experimentado.
 
Durante toda la excursión estuve un poco ausente ya ue observaba detenidamente la respuesta emocional de mis compañeros a la hora de realizar la inmersión. He de decir que al llegar mi turno estaba muy confusa, porque no sabía que esperar de ello.
 

Al equiparme, con todo lo que conlleva, es decir, aletas, gafas, botellas, pesas..., me sentí como un pez fuera del agua, muy incomoda y sobre todo pesada, lo normal supongo. Sujeté las gafas y el regulador de aire y me deje caer al agua, en ese momento sentí una sensación angustiosa debido a mi mínimo movimiento inducido en gran medida por el chaleco inflado. Seguidamente estuve tan nerviosa y angustiada que lo siguiente que recuerdo es verme descendiendo por la cuerda del barco y sin duda ver algo con lo que llevaba imaginando desde que era pequeña, la visión de ese azul intenso y el barco desde abajo, los pocos rayos de sol incidiendo en la superficie acompañados por el sonido de mi respiración y las burbujas ascendiendo con aquellas formas tan bellas y brillantes como si fuesen pequeños cristales sin forma, pero puros.
 


 
Contemplé esto tan solo 5 segundos pero me parecieron muchos más, de echo esa imagen dudo que pueda olvidara con facilidad. Al seguir descendiendo por la cuerda serré un momento los ojos y me concentré en mi respiración, un sonido tan esperado que quería disfrutarlo al máximo, seguí descendiendo y me percaté de que no había mas cuerda y me solté... esa sensación fue algo espectacular, pasé del agobio inicial a la libertad en tan solo un movimiento, el respirar debajo del agua a tanta profundidad fue algo indescriptible. 
 
Cuando conseguí salir de mi asombro comencé a nadar y a observar especies que anteriormente había observado pero nunca tan de cerca y mucho menos tan especial.
Las viejas, los peces trompeta tan alargados y grandes, las fulas... colores intensos y brillantes, recuerdo como si lo estuviese viendo ahora mismo un pejeverde que paso justo por delante de mi, y pude apreciar con claridad todos sus colores e incluso el movimiento de sus escamas y aletas al nadar, su ojo brillante observándolo todo, su cola traslucida, sus agayas abriéndose y cerrándose, el fondo rocoso, el azul intenso del mar, las algas, las texturas..., jamas hubiese dicho que fueron veinte minutos, a mi me parecieron apenas cinco.
 




Al regresar volví a mirar hacia arriba y de nuevo observe las burbujas, la parte baja del barco y el limite entre el mar y el cielo, el subir despacio me proporcionó mas tiempo para poder observar esa maravilla que tanto me apasiona, el mar.

Al abandonar aquello volví a sentirme como si me faltase algo, deseando poder volver a ver la belleza, y sentirla, y tocarla..., en ese momento solo pude responder a la pregunta ¿te a gustado? un a sido alucinante, pero fue mucho mas que eso, en el que estaban inmersos todos los sentidos.

No  creo haber expresado lo que sentí fielmente a lo que recuerdo, pero sin duda es algo mágico.”
 
 


 
 
TRAS LEER ESTE MARAVILLOSO RELATO NOS CONVENZEMOS AÚN MÁS DE QUE LA MEJOR MANERA DE PROTEGER LOS OCÉANOS ES MOSTRÁNDOLOS, PORQUE NO ES LO MISMO QUE LO CONTEMOS A QUE ELL@S MISM@S LO VEAN.
 
LOS OCÉANOS NOS AYUDAN A VIVIR PORQUE NO AYUDARLOS A ELLOS ENTONCES.
 
 
 






 
 
 
 
 
 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario